
En todos los talleres financieros que tengo con 20-añeros, inevitablemente llega un punto donde alguien pronuncia la frase, “Pero mi papá dijo …” seguido por:
- Debo llevar un saldo en mi tarjeta de crédito para mejorar mi crédito.
- Debo pagar mi deuda antes de empezar a ahorrar.
- Comprar al granel es mejor.
Desde la desinformación a las generalizaciones excesivamente simplificadas sobre el dinero que han transmitido de generación en generación, la mayoría de nosotros hemos adoptado creencias falsas sobre nuestras finanzas. Cuando estas falsas nociones dan forma a nuestra toma de decisiones financieras del día a día, terminamos en un mundo donde alrededor de la mitad de las personas viven de quincena en quincena.
El precio de administrar tu dinero bajo supuestos equivocados es alto. Para evitar errores costosos, no creas en los numerosos mitos del dinero que dominan la sabiduría convencional.
Aquí hay tres mitos comunes desenmascarados:
1. Necesitas mucho dinero para invertir.
«Muchos de nosotros todavía pensamos en invertir como algo para la gente rica,» dice la experta en dinero Miranda Marquit. «La verdad es que es más fácil que nunca empezar. No hay necesidad de tratar de obtener un gran trozo de capital».
Las innovaciones tecnológicas han eliminado las barreras de entrada en la inversión, como el acceso limitado, los grandes requisitos mínimos de depósito y los altos costos de operación.
2. Invertir es demasiado arriesgado.
Otra hipótesis sobre la inversión es que lleva un riesgo inmanejable, similar a los juegos de azar.
«Invertir es el primer paso para el éxito financiero», dice el asesor financiero Winnie Sun. «Cambia tu percepción de la volatilidad del mercado y mira esto como una oportunidad.»
Es fácil asustarse por la volatilidad a corto plazo del mercado. Pero en el largo plazo, estudio tras estudio demuestra que invertir es una estrategia sana para el crecimiento de la riqueza. Un análisis del mercado bursátil del economista de la Universidad de Yale, Robert Shiller, muestra un retorno promedio anual (después de la inflación) del 6,8 por ciento desde 1871, incluso con guerras, crisis y múltiples quiebras en el mercado.
Si algo, la apuesta no es invertir. Cuando tu dinero se queda en una cuenta de ahorros, incluso con una tasa de interés decente de 1 por ciento, no se mantiene al ritmo de la inflación y pierde poder adquisitivo a largo plazo.
3. Está bien conformarse con un salario inicial.
El mito de pagar tus cuotas al ingresar a la fuerza de laboral está arraigado en nuestra cultura.
Desde la Gran Recesión, el salario medio para los jóvenes de 25 a 34 años de edad ha caído en todas las industrias principales, excepto en el cuidado de la salud. A pesar de la educación superior, los adultos jóvenes de hoy están más empobrecidos que sus padres a una edad similar, con una renta mediana de 2.000 dólares menos que en 1980 (ajustado por la inflación).
El mito de pagar tus deudas aceptando un salario más bajo del que realmente te mereces ha creado una crisis de flujo de efectivo para los adultos jóvenes de hoy que ya están agobiados por la deuda de préstamos estudiantiles.
La lucha no es un requisito previo para el éxito. No te conformes con ser mal pagado. Las consecuencias son más de largo alcance que uno o dos años difíciles en la mano de obra.